La vida es solamente una rutina. La gente está
acostumbrada a que se haga cual o tal cosa, y lo notan cuando ya no lo haces.
No hay excepción, eso pasa en tu trabajo, en tu familia, donde quiera que tu
vida se desarrolle.
Esperamos mucho de los demás? Espero mucho de
mi mismo? Doy lo que están esperando de mi? Si bien es cierto el mandamiento
divino es dar sin esperar nada a cambio, pero cuando uno da y da y da y parece
que no recibe nada a cambio, se me confunde con aquel otro refrán que dice:
Siembra y eso recogerás; pero rayos, creo que me estoy confundiendo de
semillas, porque creo que siembro algodón y nacen espinas.
Cuando vamos a estudiar, esperamos que la
materia sea fácil, buenos compañeros, clima ideal, y profesores tan profesionales
que no necesitas ni trabajos extraordinarios o favores por puntos extra para
poder pasar la materia y claro, que no tengan favoritismos y enseñen el curso
como es debido para facilitar al estudiante la materia que se evaluará seguidamente
en el curso; pero no encontramos otra situación la mayoría de las veces y
entonces nos desilusionamos, bajamos la guardia y hasta nos damos por vencidos.
En la familia y el trabajo es algo un poco
perceptivo y subjetivo, dado que no todos somos iguales y muy de vez en cuando
a como nosotros vemos, así nos ven en la casa; otras veces es todo lo
contrario. Muy trabajador, compañeros excelentes, trabajo fácil de hacer (al
menos con buen entrenamiento para al menos entender lo que hago), y claro está
un salario inflado que me pague mas allá de lo que hago y no que haga mas allá
de lo que me pagan. En casa; la situación no se aleja mucho, mamá y papá
esperan que terminemos los estudios (aunque ellos ni el colegio terminaron),
que estudiemos mucho para un excelente record académico (ellos a nuestra edad
ya estaban planeando el segundo hijo), que seamos responsables, trabajadores, y
claro, ayudemos en la casa con los quehaceres diarios.
La decepción se lleva uno diariamente: Expectativa
versus Realidad versus Actitud versus Disposición. Pero que hacer para mejorar,
si siempre hay una adversidad nueva con la cual lidiar, una piedra mas que
esquivar en el camino que se llama vida, un rayo de sol mas que evitar para que
no me dé cáncer de piel, un conductor temerario a quien temer, porque sino en
un santiamén acaban con tu vida en el mejor de los casos, o bien te dejan
inservible y completamente necesitado.
Que miedo vivir, que miedo andar por ahí exponiéndome
todos los días a un peligro eminente, un asaltante que hasta por las Tennis que
ando me sigue, me golpea, me roba y me deja descalzo, y si se pone “tonto” uno
queda bien muerto. Hoy tengo todas las expectativas de vivir y ser feliz en la
vida, lleno de sueños y planes a futuro, deseos de hacer cosas nuevas y viejas,
aprender de la vida y surgir, pero al final para qué? Cual es el propósito? Que
gano con esa lucha? Pero también si no lo hago? Entonces para donde agarro? Es que
no hay opción, estás aquí y vives, trabajas y trate de ser feliz porque “no hay
de otra”.
Definitivamente no hay de otra. No importa si
somos feos, guapos, con plata o con plata que pagar, con hijos o sin ellos, con
enfermedades o sanísimos, todos venimos del mismo lugar y vamos de nuevo al
mismo también, lo incierto, digo incierto, porque no estoy 100% de donde estuve
antes de ser engendrado y tampoco donde se ha ido la gente que ha fallecido.
Ay que Calor! Que vida mas cruel. Mientras yo
tengo calor, aquel otro muere de frío. Mientras yo tengo hambre, mi vecino
desperdicia comida. Cuando yo me preocupo por el medio ambiente, mis vecinos
hacen quemas diarias y botan basura donde primero pueden. Una sociedad tan
variada, pero que la expectativa que tenemos de nuestros semejantes nunca se cumple;
y casi siempre, tampoco cumplimos las expectativas con nosotros mismos.
Quejoso y Quejido se vieron en el parque y la
reunión duró tanto, que nunca terminó!